lunes, 15 de junio de 2015
jueves, 11 de junio de 2015
lunes, 8 de junio de 2015
jueves, 21 de mayo de 2015
¿Qué es la violencia filio-parental?
Enmarcada en nuestro contexto social
actual, la violencia filio-parental surge como un fenómeno emergente y
de rápida extensión. Cada año aumenta el número de denuncias de padres hacia
sus hijos debido a la violencia ejercida por estos últimos en el ámbito
familiar.
No existe una definición empírica
clara sobre violencia filio-parental. La definición más aceptada por la
literatura científica es la realizada por Cottrell (2001). Cottrell (2001)
define la violencia filio-parental como cualquier acto de los hijos que
provoque miedo en los padres para obtener poder y control y que tenga como
objetivo causar daño físico, psicológico o financiero a éstos. En nuestro
medio, un reciente trabajo de Pereira (2006) define la violencia filio-parental
como «las conductas reiteradas de violencia física (agresiones, golpes,
empujones, arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal
(gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a
los adultos que ocupan su lugar.
¿Cuál es la causa de la violencia
filio-parental?
Desde una perspectiva psicológica,
las investigaciones actuales entienden que existe una interacción entre
características disposicionales de la persona que ejerce la violencia y
variables contextuales y relacionales.
Respecto a las características
psicológicas de los menores que ejercen este tipo de violencia, los autores
plantean que aunque no se puede realizar un perfil psicológico concreto, si
existen una serie de peculiaridades psicológicas que correlacionan con
dicho fenómeno: dificultad para el control de impulsos, inadecuada regulación
afectiva, tozudez, sintomatología depresiva, baja autoestima, baja confianza en
sí mismos, sujetos excesivamente demandantes de su entorno o con ciertas
dificultades relacionales con sus padres de iguales.
Por otro lado, dada la importancia
de los factores psicosociales asociados a este fenómeno, se han investigado
diferentes características susceptiblemente asociadas a la violencia
filio-parental. Entre los distintos factores destacables están los que siguen:
·
Cambio de un modelo familiar y social jerárquico a uno “democrático” mal
entendido, en el sentido de que “la democracia” se asocia con ausencia de
autoridad.
·
Disminución en el número de hijos, lo que favorece un exceso de cuidados y
atención hacia los hijos, los cuales son considerados “los reyes de la casa”.
·
Retraso en el ciclo vital familiar, los padres son cada vez más mayores y
cuentan con menos energía para mantener la disciplina en el hogar.
·
Aumenta la permisividad hacia las conductas de los hijos, estableciendo límites
excesivamente laxos y poco consistentes.
·
La evolución de la sociedad hacia un modelo educativo basado más en la
recompensa que en la sanción.
·
Estilos educativos muy autoritarios o, en su contrario, totalmente permisivos
dentro del núcleo familiar.
·
Desacuerdos entre los padres a la hora de implantar normas y hacer que se
cumplan.
·
Drogodependencia, psicosis u otras enfermedades mentales.
·
Experiencias previas de malos tratos en la familia…
¿Qué podemos hacer para prevenir un problema de violencia
filio parental?
Teniendo en cuenta todo lo anterior, y la diversidad de
factores implicados en el fenómeno es difícil establecer unas pautas generales
que sean efectivas para cada familia y niño/adolescente determinado, dadas las
peculiaridades de cada caso concreto. Aún así, hay algunos aspectos a tener en
cuenta en el área de la prevención:
·
La violencia es un comportamiento
aprendido que se transmite de generación en generación. Como padres, es
importante evitar que los niños aprendan en lo posible que la violencia es un
modo eficaz de “resolver” conflictos.
·
Tanto las familias autoritarias como
aquellas muy permisivas conforman estilos educativos perjudiciales. El estilo
democrático –aquel en el que los conflictos se negocian, hay diálogo y
comunicación entre los miembros de la familia– ha mostrado ser el más
conveniente para un buen desarrollo en los niños. Esto no es incompatible con
que los padres tomen decisiones y ejerzan la autoridad ante determinadas
circunstancias, siendo además deseable para transmitir seguridad, estructura y
guía a los hijos.
·
En las familias donde existen
episodios de VFP, es frecuente la dificultad en los padres de establecer normas
y conseguir que éstas se cumplan. Existen muchas situaciones que la favorecen
como los desacuerdos, el distanciamiento o las descalificaciones entre los
progenitores, la creencia de que ya “no se puede hacer nada” porque los hijos
desobedecerán hagan lo que hagan. la idea de que la labor educativa corresponde
más al colegio que a la familia, los miedos de “traumatizar” Al hijo si
se le exige, etc. El hecho de que la familia pueda mantener normas claras y
coherentes constituye un aspecto preventivo primordial.
·
Una de las variables de personalidad
de los niños y jóvenes agresores más comúnmente observada
es la baja tolerancia a la frustración, producto principalmente del
aprendizaje. Entonces, tan importante es dar apoyo y contención a los niños
para que se sientan seguros como enseñarles a aceptar las negativas en
determinadas ocasiones.
·
Por último, la violencia
filio-parental no se presenta de repente, sino que es un proceso que se
conforma en años. Es por ello, que es importante consultar a un profesional
especializado cuando se detecten las primeras dificultades para ejercer la
autoridad en el hogar y establecer límites a los hijos que sean aceptados
adecuadamente.
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