martes, 2 de diciembre de 2014

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

¡UN ROTUNDO NO AL USO ABUSIVO DE PSICOFÁRMACOS EN NIÑOS Y ADOLESCENTES! Un rotundo NO a quedarnos en diagnósticos que no aportan nada, a parte de señalar las drogas más adecuadas para su "tratamiento". Esa es nuestra filosofía y nos sentimos cansados de encontrar este tipo de encuadres y mensajes dirigidos a personas que nos piden ayuda ...nada mejor que expresarlo con un pasaje del libro "Tenemos que hablar de Kevin", muy recomendable, un libro para pensar:

"...Los profesores de Kevin -con la excepción de Dana Rocco- nuncan comprendieron que, en lo más íntimo de su ser, era un insatisfecho, y optaron por atribuir el escaso aprovechamiento escolar de nuestro hijo a un trastorno que ahora está de moda: la deficiencia de atención. Necesitaban encontrar algo mecánico que fuera mal en él, porque las máquinas averiadas pueden ser reparadas. Era más facil tratar una incapacidad pasiva que abordar el problema, mucho más dificil, de una tremenda e incoercible falta de interés. Es evidente que la capacidad de atención de Kevin es muy grande: sólo hay que ver sus laboriosos preparativos para aquel jueves, o lo bien que conoce a los actuales integrantes del cuadro de honor de los asesinos en serie, incluyendo detalles como el número de peces que tenía Uyesugi. Si dejaba tareas sin terminar, no era porque no pudiera acabarlas, sino precisamente porque podía..."

Tenemos que hablar de Kevin
Lionel Shiver





Como cada curso académico, seguimos organizando charlas para profesores, padres y alumnos. Si estáis interesados no dudeis en llamarnos!


jueves, 18 de septiembre de 2014


La importancia de llorar


Hasta la fecha, ha habido interesantes especulaciones sobre el potencial valor curativo de las lágrimas. El estrés produce un desequilibrio químico en el cuerpo, y algunos investigadores teorizan que las lágrimas se llevan las sustancias tóxicas y ayudan a restablecer la homeostasis en el organismo. Distintos autores señalan que el contenido químico de las lágrimas producido por el estrés emocional es diferente del de las lágrimas secretadas por causa de la irritación de los ojos (como cuando pelamos una cebolla, por ejemplo). Sustancias  químicas de nuestro organismo como la noreprinefina y la noradrenalina (segregadas en situaciones de estrés)  pudieran jugar un papel importante en este proceso, estando presentes en las lágrimas emocionales. De este modo, las lágrimas ayudarían a aliviar el estrés emocional, disminuyendo la inervación del sistema nervioso simpático producido precisamente por estas mismas sustancias químicas.


Si traducimos estos avances a un plano psicológico, y entendiendo que llorar por llorar, no es necesario,  si debiera ser una prioridad en aquellos momentos en los que el cuerpo nos de señales de dicha necesidad, independientemente de que la cultura, el contexto o situación determinen por convencionalismo, que no es el lugar o el momento apropiado. En dicho caso, habrá que construir el contexto adecuado para propiciar el llanto que nos pide nuestro organismo y hacerlo una prioridad. Al igual que no posponemos para el día siguiente tomarnos una aspirina si tenemos un intenso dolor de cabeza, no es de recibo esperar a llorar cuando ya no tengamos ganas y quedarnos con el malestar metido en el cuerpo.

miércoles, 25 de junio de 2014

¿Qué dice la anorexia? ...Una mirada crítica a los abordajes psico-comunes.

Los trastornos de alimentación clásicamente se han relacionado con la cultura del mundo occidental,  el culto a una imagen normativa, en consonancia con una sociedad vanidosa, que prima la belleza en molde, la belleza prototipo, estática y pautada, donde la apariencia se relaciona con el poder y el reconocimiento.
La narrativa dominante respecto a los trastornos de alimentación que llega a la mayoría de los estudiosos de la materia y a la sociedad en general, es la de trastorno de alimentación como enfermedad, que según el modelo bio-psico-social imperante, está causado por un entramado de factores predisponentes y precipitantes (rasgos de personalidad, características familiares, sucesos estresantes…) y que, concretamente, la anorexia se caracteriza por una negativa a alimentarse o un miedo desproporcionado a engordar acompañado de una alteración en la percepción del peso, la talla o la silueta corporal y un pensamiento obsesivo acerca de la comida, las calorías y el cuerpo. 
Estás características psicopatológicas “propias” de la anorexia son rescatadas de comités de expertos en la materia y de investigaciones científicas tradicionales reduccionistas, cuyas teorías y modelos explicativos de base les llevan a escudriñar con precisión cualidades defectuales de distinto tipo (cognitivas,neurobiológicas…) que den cuenta de manifestaciones comportamentales y psicológicas situadas al margen de los distintos criterios normativos de salud mental.
Siguiendo a Rafael Matas, Psicólogo Clínico y Supervisor docente en Psicohuma, ante la demanda creciente, la psicología y la medicina suelen responder, quizás como autodefensa frente a la impotencia terapéutica, con un amplio despliegue de datos de  psicopatología, de manifestaciones clínicas y la evolución de la anorexia como "enfermedad".
Desde esta perspectiva, la condición de enferma, paradójicamente, pone en marcha un engranaje discursivo en la red social y asistencial que termina teniendo a estas mujeres cautivas de una identidad de “anoréxicas”, diluyendo su capacidad y su potencialidad de asumir responsabilidad por sus actos y de constituirse en sí mismas socialmente como agentes de sus propias vidas.
Dirigir la mirada al síntoma, y olvidar a la persona y su complejidad, no es algo fortuito que ocurra exclusivamente en los trastornos de alimentación (hágase una analogía con el trastorno de déficit de atención con/sin hiperactividad, tan de moda en estos tiempos posmodernos, y con consecuencias devastadoras para los niños), en esencia es la manera de proceder, empíricamente validada, ante cualquier manifestación juzgada por profesionales como anormal y que requiera la participación de un experto neutral que psicoeduque y/o medique  al paciente sintomatológico, y mediante pruebas de realidad y verdades como puños, consiga redirigir su pensamiento defectuoso y su proceder insólito.
En consonancia con lo expresado por Tom Andersen “No puedo describir aquellas partes de la vida a las que no presto atención y sobre las cuales, por ende, no me concentro”, y trasladado al ámbito de los trastornos de alimentación, existe el riesgo de concentrarnos en todo un despliegue de sintomatología centrada en la delgadez  y negativa a comer haciendo que los arboles no nos dejen ver el bosque. Y este bosque no es otro que la persona individual única que sufre y construye su experiencia en un contexto determinado y complejo con distintos niveles de influencia recíproca.
Por nuestra parte, y queriendo ir más allá de los trastornos _en_ la alimentación, al ser estos síntomas una consecuencia de un problema más complejo, planteamos un modelo explicativo basado en nuestra experiencia clínica con personas diagnosticadas de anorexia nerviosa.
Desde nuestro punto de vista,   la anorexia, en algunos casos equivale a un rechazo radical de la comida, del cuerpo, de sí mismo, como un modo de permanecer estáticas, en una actitud que atenta contra la misma naturaleza, lo que equivale a la autodestrucción. Desde esta posición, la paciente (en el 90% de los casos son mujeres) rechaza doblegarse a las exigencias de un entramado social (gobernado por la opulencia-saturación y el papel nutricio de la mujer) que acarrea su aniquilación como persona, al igual que su cuerpo rechaza la ingestión de comida. En definitiva, es en esta posición donde la salud está gravemente amenazada.
En otros casos, los más frecuentes afortunadamente y aquellos con un mejor pronóstico en todos los sentidos, el síntoma anoréxico no equivale  tanto a un rechazo, sino a una problematización de la comida, de la imagen corporal, de las relaciones familiares y sociales. En un discurso social basado en la competitividad, el individualismo y el éxito, el único objetivo es el ser distinta, transformar sus condiciones de vida, por una  tendencia a sobrevalorar a los demás y despreciar lo que ellas son. Desde esta posición, la paciente se rebela contra su aspecto físico, de lo único que se siente dueña es de su propio cuerpo y hacia él encamina todos sus esfuerzos.
En un mundo donde no hay lugar para otra cosa que no sea la competitividad y el éxito, muchas personas se  sienten a sí mismas despreciables. Todas las comparaciones se transforman en  una mortificación, conformando un autoconcepto y una autoestima muy deteriorados. En definitiva, desde esta posición, la paciente con sintomatología anoréxica buscaría con su actitud una especie  de autodefinición, construir un modo de verse a sí misma distinto que autoafirme  su propia existencia individual.  Para estas mujeres lo importante,  en el fondo, no es estar delgadas, sino  llegar a ser ellas mismas. Lo que habría  que procurar es que, para ello, no tuvieran que pagar un precio tan alto.



domingo, 27 de abril de 2014

GRUPO DE SUPERVISIÓN DE CASOS CLÍNICOS




La supervisión en psicología clínica y psicoterapia es un recurso muy útil para el aprendizaje continuado, el desarrollo y el intercambio profesional.

Desde el Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia Psicohuma ofrecemos un servicio de supervisión en el ámbito sociosanitario,  dirigido a:

  • Profesionales particulares dedicados a la intervención psicosociosanitaria  (psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, educadores sociales...) que  desean desarrollarse profesionalmente y  aumentar la eficacia de sus intervenciones.
  •  Equipos de trabajo e instituciones dedicados a la intervención psicosociosanitaria   (servicios psicosociales, sanitarios, educativos,...), que deseen espacios compartidos para promover la colaboración y el desarrollo conjunto y aumentar la eficacia de sus intervenciones

martes, 4 de marzo de 2014

Obstáculos



Voy andando por un sendero.
Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras.
En el horizonte se recorta la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo.
Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella.
A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa. Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso.
Temo… dudo. Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto… Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado.
Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo. Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos… Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo… y resisto. Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado… descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños… Me siento abatido… Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo.
La ciudad está tan cerca… No dejaré que el muro impida mi paso. Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire…
De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad. Me recuerda a mí mismo… cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?

Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras… Los obstáculos los trajiste tú.


-Jorge Bucay-